Reflexionar, decidir y gestionar el futuro de una empresa es la principal tarea de cualquier CEO que se precie. Y dentro de los diversas áreas que ha gestionar se encuentra la innovación y estrategia.
Innovación entendida como la capacidad de ofrecer con éxito al mercado nuevas propuestas de valor. Y éxito entendido como conseguir o superar el objetivo de ventas deseado. La viabilidad del negocio depende de la habilidad de ese CEO y todo su equipo para innovar dentro de un entorno competitivo presionado constante y rabiosamente por los cambios tecnológicos y sociales.
Cálculo del retorno de la innovación
En el panorama empresarial se pueden contar con los dedos de una mano las empresas que pueden calcular exactamente el retorno de la inversión en innovación.
La gran mayoría no pueden hacerlo principalmente porque no poseen una estrategia en ese sentido. En consecuencia, tampoco tienen un pipeline de proyectos que gestionar. Y ya saben la famosa frase de Durcker: «lo que no se puede medir, no se puede gestionar».
No estamos afirmando que las empresas no innoven, sino que desconocen dónde, por qué y cuánto. Hay muchas iniciativas dispersas dentro de cualquier organización, pero también existe la sensación de que se realizan al azar o de manera esporádica y de que su retorno es muy bajo. Un ejemplo típico de falta de estrategia y gestión de la innovación, lo vemos en muchas compañías de gran consumo. Lanzan sin parar nuevos productos alrededor de su core para mantenerse vivos en la mente de sus consumidores. Realmente, esto no se traduce en un incremento de ventas, sino en un parcelado de las mismas.
Lo que significa «hacer más cosas, para vender lo mismo», es decir un descenso de márgenes.
Estructuración de la innovación
¿Qué podemos hacer para que nuestra compañía adopte la innovación de manera estructurada, la gestione de manera estratégica y qué su retorno contribuya al core del negocio, al crecimiento futuro y a la transformación de la organización?
El primer paso es decidir el grado de disrupción que queremos conseguir. Básicamente es fijar nuestros esfuerzos en realizar cambios incrementales en productos existentes junto con pequeñas incursiones en otros mercados. O bien, diseñar nuevas ofertas y modelos de negocio para cubrir nuevas necesidades de los clientes o desembarcar en nuevos mercados. En un punto medio encontramos las iniciativas que comparten características con el core de la compañía e implican cierto grado de transformación.
Evidentemente, en función del tipo de negocio en el que operemos la distribución de los diferentes tipos de innovación será distinto. Por ejemplo, si nuestra compañía es de carácter industrial seguramente gran parte de nuestra innovación deberá estar enfocada en nuestro core y será incremental.
En cambio, si somos una empresa tecnológica la distribución será totalmente opuesta a la anterior, pues se suele gastar menos tiempo y dinero en mejorar productos anteriores debido a las dinámicas de su mercado. Para organizaciones dedicadas al gran consumo, ejemplo del que hablábamos al inicio del artículo, lo ideal es que se sitúen entremedio de los dos escenarios anteriores.
Innovación y estrategia
Se suele asociar a un correcto balance entre el corto, medio y largo plazo, o en términos de inversión se trata de una compañía que ofrece dividendos a corto, se gestiona prudentemente y está preocupada por aumentar su valor futuro y, por lo tanto, la rentabilidad de sus accionistas.
Finalmente, sea cual sea la decisión estratégica que se tome y el porfolio de iniciativas y proyectos que se generen, nada tendrá sentido si no preparamos a nuestra organización para que nos acompañe. Es conveniente adaptar el equipo a la estrategia o viceversa, en función de la situación en la que se encuentre la compañía y cuanto grande sea la ventana de oportunidad o de desaparición que tengamos en frente. Sin duda, no es un camino de rosas.
El éxito necesita un planteamiento estratégico
En definitiva, los cambios han venido para quedarse, pero las ventajas de la economía digital tanto para las personas como para las empresas son innegables. No obstante, para que las empresas lleven a cabo una estrategia empresarial exitosa, es necesario plantearse y diseñar una reestructuración del negocio antes de llevar a cabo la implementación de las nuevas tecnologías. Es decir, tan solo el utilizarlas no implicará una transformación. Si quieres comenzar con esta transición y tienes dudas al respecto, contacta con nosotros y cuéntanos. Podemos asesorarte. ¡Te esperamos!
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