En el pasado, la estrategia y la implementación han sido tratadas como dos entidades separadas. Primero, se genera una nueva estrategia y una vez hecho eso, se procede a su implementación. Como resultado, las organizaciones solían contratar a diferentes consultores para cada una de estas etapas.
Sin embargo, esta forma de trabajar ya no es efectiva. ¿Por qué? Porque estrategia e implementación son parte de un mismo proceso, intrínsecamente relacionado entre sí. Podemos diferenciarlos conceptualmente y prestar más atención a uno u otro en determinado momento, pero en realidad, forman parte de una sola entidad.
Separarlos sería como desconectar la cabeza del cuerpo. Técnicamente posible, pero no recomendable.
Para un consultor, esto implica la necesidad de poseer tanto habilidades de estrategia como de implementación. Cuando trabajas en equipo, algunos pueden especializarse en la estrategia y otros en la implementación. No obstante, incluso como equipo, se requiere contar con ambos conjuntos de habilidades. Y si eres un consultor independiente, como es mi caso, también necesitas ambas.
Habilidades de estrategia:
- Habilidades de escucha y facilitación: para poner sobre la mesa los problemas, ideas y perspectivas de las personas, tanto de manera individual como en equipos.
- Habilidades de investigación y análisis: para identificar y recopilar información clave, así como interpretarla y extraer conclusiones relevantes.
- Habilidades críticas e interrogantes: para cuestionar lo que las personas dicen y hacer que reconsideren sus suposiciones.
- Habilidades de síntesis y priorización: para elaborar una estrategia estructurada y clara a partir de fragmentos de información.
- Habilidades de redacción y formulación: para resumir y comunicar la estrategia de manera clara y convincente.
Habilidades de Implementación:
- Habilidades de gestión de procesos y atención: para asegurar que se avance y mantener a las personas enfocadas y en el camino correcto.
- Habilidades de entrenamiento individual y grupal: para guiar, apoyar y motivar a las personas a lo largo del proceso de implementación.
- Habilidades educativas y de enseñanza: para ayudar a las personas a cambiar su mentalidad, habilidades y comportamientos, de modo que puedan crecer y adaptarse al proceso.
- Habilidades de retroalimentación y apoyo: para ayudar a las personas a comprenderse a sí mismas y cómo mejorar paso a paso.
- Habilidades de gestión de personas y cultura organizacional: para mantener a las personas comprometidas y unidas a lo largo de todo el proceso de implementación.
El enfoque integral: Estrategia + implementación
La consultoría estratégica de innovación requiere un enfoque integral que comprenda tanto el diseño de la estrategia como su ejecución efectiva. No basta con elaborar una estrategia brillante si esta no se implementa adecuadamente, y viceversa.
Una estrategia sin implementación es solo un plan en papel, y una implementación sin una estrategia clara puede conducir a acciones dispersas y sin dirección. Ambas actividades deben trabajar en paralelo y complementarse mutuamente para alcanzar los objetivos deseados.
Un buen consultor estratégico de innovación debe ser capaz de ver el panorama completo, desde el diseño de la estrategia hasta su implementación, y estar preparado para enfrentar los desafíos que surjan en el camino.
La implementación exitosa de una estrategia requiere una cuidadosa planificación y gestión del cambio. Es esencial involucrar a todas las partes interesadas relevantes, comunicar claramente los objetivos y metas, y asegurarse de que exista un compromiso firme en todos los niveles de la organización.
Los beneficios de una consultoría estratégica integral
Una consultoría estratégica de innovación que abarque tanto la fase de diseño como la de implementación puede ofrecer una serie de beneficios significativos para las organizaciones:
- Mayor alineación y cohesión: Al considerar estrategia e implementación como un proceso continuo e interdependiente, se logra una mayor alineación entre los objetivos estratégicos y las acciones operativas. Todos los miembros de la organización comprenderán cómo sus esfuerzos contribuyen al logro de metas más amplias.
- Adaptación ágil: Al estar involucrados desde el diseño, los implementadores tienen una mejor comprensión de la estrategia y están más preparados para adaptarse a los cambios que puedan surgir durante la implementación. Esto permite una respuesta más ágil ante desafíos imprevistos.
- Identificación temprana de obstáculos: Al analizar la factibilidad de la implementación durante la etapa de diseño, los consultores pueden identificar posibles obstáculos y proponer soluciones antes de que se conviertan en problemas significativos.
- Evaluación continua: Integrar la estrategia y la implementación permite una evaluación constante del progreso hacia los objetivos, lo que facilita realizar ajustes y mejoras en tiempo real.
- Cultura de aprendizaje: Un enfoque integral fomenta una cultura de aprendizaje dentro de la organización, donde se valora la retroalimentación y se promueve la mejora continua.
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