La base del desarrollo de producto es poder controlar los siguientes cuatro tipos de riesgo:
- Valor: ¿el cliente comprará este producto o prefiere usarlo?
- Funcionalidad: ¿puede el cliente hacerse una idea de cómo utilizarlo?
- Factibilidad: ¿podremos fabricarlo?
- Negocio: ¿funcionará esta solución en nuestro modelo de negocio?
La respuesta a cada una de estas preguntas no puede fundamentarse en la opinión de nuestros product manager o equipos de diseño. Necesitamos evidencias. Necesitamos estar seguros de que estamos respondiendo a necesidades reales de nuestros clientes, de la manera que él espera, que podemos fabricarlo en términos de calidad y coste y que nuestro negocio es rentable.
Os listamos a continuación, una serie reglas básicas que nos ayudarán a controlar los cuatro tipos de riesgo anteriores:
Pregunta a tu cliente
Sí, pero en el momento justo. Los clientes (y los equipos directivos) no saben expresar lo que desean o necesitan hasta que lo ven. Entre otras muchas razones por que desconocen si es posible o no. Nuestro trabajo, como equipo de desarrollo de producto, es asegurarnos de que la solución que ofrecemos soluciona todos los problemas de nuestro cliente, incluso los que no se perciben a primera vista.
Pensemos por ejemplo en el iphone, nadie pensó que lo necesitaba o si lo pensó creía que no era posible fabricarlo, hasta que lo tuvo en sus manos. Y, a parte de esa sorpresa, el producto nos siguió cautivando por la excelencia en su uso. Habían pensado en todo, incluso en los más pequeños detalles.
Valor real aportado
La concepción de los productos debe realizarse desde el valor real aportado por nuestra solución. Sin esto, no somos nadie. Es la parte más difícil del trabajo. Al fin y al cabo, se trata de crear la diferenciación por la que el consumidor elegirá nuestro producto y no el de la competencia.
La experiencia de uso es clave
En todos los equipos de desarrollo de producto suele haber ingenieros. Hemos apuntado anteriormente lo importante que era eliminar el riesgo de factibilidad. Pero, no en todos los equipos de hay diseñadores de experiencia y, cuando los hay, o no tienen las capacidades (están enfocados en la estética) o no se les utiliza en todo su potencial.
La experiencia de cliente es crítica para el éxito de nuestra solución. El valor real aportado se entrega en diferentes puntos de contacto. A menudo, muchos de ellos, no tienen nada que ver con el producto físico o con la solución digital (servicio).
Trabajo en equipo: mercado, diseño y tecnología
Los entornos competitivos VUCA requieren de una visión poliédrica y que los equipos sean multidisciplinares con un único objetivo: satisfacer a nuestro cliente. La tecnología evoluciona tan rápido que es necesario contar con un especialista que nos actualice sobre las posibilidades técnicas que influyen en la funcionalidad.
Es posible conocer a tu cliente de tú a tú y en tiempo real. Esta información desde el mercado es oro para los diseñadores a la hora de crear la experiencia que, por otra parte, repercute en las funcionalidades que se van a requerir y materializar a través de la tecnología.
No existe una solución única ni rápida
En un proceso de desarrollo de producto solo tenemos la certeza de que hay muchas cosas que no sabemos. Y para despejar esta incertidumbre existe una única manera, probar y aprender con una mente abierta. Siempre enfocada en las necesidades ocultas y no satisfechas de tus clientes.
Debemos enfocarnos en descubrir qué no sabemos y darle solución. Ahí está la clave para crear valor real.
Validar las ideas con usuarios reales
Debemos validar con nuestros clientes antes de invertir tiempo y recursos en la fabricación del producto, nunca después. No podemos dejarnos llevar por estudios de mercados impersonales o por nuestras creencias y opiniones. El conocimiento reside en la interacción con las personas. Ahora existen técnicas y herramientas para hacerlo de manera personalizada y masiva sin grandes costes. Los grandes estudios cuantitativos los debemos dejar para afinar la solución final y su marketing mix, nunca para crear.
La validación va más allá de aspectos funciones y experienciales. Debemos poner a prueba y validar el modelo de negocio. Es necesario asegurarnos de que vamos a poder monetizar ese valor real aportado y que lo vamos a hacer de una manera rentable.
El éxito necesita un planteamiento estratégico
En definitiva, los cambios han venido para quedarse, pero las ventajas de la economía digital tanto para las personas como para las empresas son innegables. No obstante, para que las empresas lleven a cabo una estrategia empresarial exitosa, es necesario plantearse y diseñar una reestructuración del negocio antes de llevar a cabo la implementación de las nuevas tecnologías. Es decir, tan solo el utilizarlas no implicará una transformación. Si quieres comenzar con esta transición y tienes dudas al respecto, contacta con nosotros y cuéntanos. Podemos asesorarte. ¡Te esperamos!
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