La organización ideal, que no es lo mismo que idealizada, es aquella capaz de conseguir los objetivos de una empresa a través de los comportamientos de las personas, velando por el bienestar psíquico y físico de las mismas, así como generar el mejor impacto social y medio ambiental posible. La organización ideal gana dinero, mejora la vida de las personas y cuida de su entorno.
¿Es posible conseguirlo a la vieja usanza? ¿Desde la autoridad? O ¿sólo necesitamos liderazgos que atraigan y motiven a los empleados? En este post, intentaremos acercarnos a una posición óptima entre ambos estilos de gestión, porque como siempre, la respuesta no está en los extremos.
¿Qué es un líder y para que lo necesitamos?
En cualquier organización, podemos encontrarnos con dos estilos de liderazgo. El ejercido por personas que ocupan una posición de responsabilidad o directiva. Estos no tratan de imponer su jerarquía al equipo, si no que se integran en él, entienden sus necesidades, los talentos y las habilidades de los integrantes del grupo y persigue extraer el máximo provecho de estos recursos para lograr los objetivos planteados.
El segundo tipo de liderazgo es el ejercido por personas que, sin ocupar una posición jerárquica con respecto a sus compañeros, son capaces de llevar las riendas del equipo y lograr los objetivos. Suelen ser personas que tienen carisma y habilidades emocionales y profesionales para guiar a sus compañeros.
En cualquier caso, lo que define a un bien líder, no es su gestión del día a día cuando las cosas funcionan, sino cómo reacciona y lo que aporta cuando las cosas se tuercen y empiezan los problemas. Los líderes se necesitan cuando las cosas van mal y la moral del equipo se viene abajo. En esos momentos, se necesitan personas que guíen al resto del grupo como un equipo de organizado y motivándolos de forma constructiva y en conjunto, con el fin de cumplir con los objetivos trazados. En una organización ideal, necesitamos líderes para minimizar el impacto de los problemas.
¿Qué es un jefe y para que lo necesitamos?
En cualquier sociedad u organización se necesita establecer una jerarquía. El ser humano necesita conocer su estatus y posición relativa respecto al resto de congéneres. En una organización ideal, la jerarquía también es necesaria.
Desde un punto de vista tradicional, un jefe es una persona que ocupa un cargo de responsabilidad con autoridad impuesta para dirigir y dar órdenes a los demás; más allá de sus capacidades o talentos. Por lo general, un jefe asume la autoridad que se le ha dado como una ventaja o justificación para imponer su criterio. Aún persiste la creencia de que sólo es posible lograr resultados a través de métodos que no tienen en cuenta las emociones de las personas ni, por extensión, de las empresas y organizaciones. Esto genera a largo plazo frustración en los empleados y se refleja tanto en la productividad como en una alta rotación del personal a su cargo.
Un jefe tradicional se caracteriza, entre otras cosas, por la falta de capacidades de liderazgo, usando su posición para imponer sus criterios, sin tener en cuenta las opiniones del equipo; se caracteriza por esa necesidad de sentir que está a cargo del equipo por lo que muchas veces acaba incurriendo en la micro gestión o micro management; por la falta de empatía.
En una organización ideal necesitamos jefes, no para cuando las cosas van mal, sino para que el día a día vaya bien, se aporte eficiencia y eficacia y el negocio funcione. No debemos imaginarnos el jefe autoritario y tirano que describíamos antes. Todo lo contrario. En una organización ideal, donde las personas están en el centro, no se necesita un sargento de hierro, con un simple gestor y facilitador será suficiente.
¿Cómo diferenciar a un jefe de un líder?
La forma de definir las tareas: un jefe impone sus órdenes por el mero hecho de tener autoridad. No explica y cree que todo el mundo debería saberlo o bien no quiere compartir sus conocimientos. Un líder, en cambio, se gana la confianza de su equipo y no le hace falta imponer nada, ya que con explicar y ejemplificar le es suficiente. Las personas le siguen.
El sentimiento que provoca: el liderazgo produce confianza. Tanto es así, que un líder se gana el respeto de su equipo y éste lo ve como uno más. Por el contrario, un jefe no es cercano; hace notar que está situado en un escalón superior. Un jefe se muestra inaccesible mostrando una falta de comunicación; para ellos, sus trabajadores son una mera herramienta y no irías a pedirle ayuda. A un líder sí, porque conoce a su equipo, se muestra cercano y se interesa por sus vidas ajenas al trabajo.
Su reacción ante logros y problemas. Los logros obtenidos por un jefe son solo suyos y no atribuye parte del éxito a su equipo. Por el contrario, los obtenidos por un líder corresponde al equipo y se consiguen gracias al esfuerzo de todos. Ocurre lo contrario cuando están ante un error. En este caso, el líder asume la responsabilidad y el jefe trata de culpar a los demás.
Entonces, ¿con jefes o con líderes?, ¿Qué es mejor jefe o líder?
La respuesta ideal se basa en promover la autogestión desde un propósito empresarial compartido. La organización ideal tiene un propósito que coincide con el de sus empleados. Y estos se pueden mostrar tal como son sin miedo a represalias o a sentirse excluidos del grupo. Ya no tendrán miedo a trabajar en equipo, por lo que este podrá autogestionarse con objetivos comunes y con menos conflictos que en ambientes enrarecidos de culturas más jerárquicas.
En este tipo de organizaciones se necesita un jefe para facilitar que todo funcione y no existan problemas de organización ni recursos. Más que un jefe, estaríamos hablando de un servidor, una persona que se preocupa por engrasar la máquina de procesos que, por cierto, todos empiezan o acaban en los empleados o en los clientes.
Algunos ya habrán reconocido el patrón TEAL de nuestra organización ideal. Por encima de todo, aporta flexibilidad y agilidad para hacer frente a los cambios repentinos y veloces a los que las empresas deben hacer frente. Y para conseguirlo hacer falta constancia, eficiencia y motivación. En otras palabras, jefes facilitadores para gestionar los buenos momentos y líderes para sobrellevar y superar los malos.
Y vosotros ¿Qué queréis ser Jefe o Líder?
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