En los mejores casos es la comodidad, en el peor es el miedo lo que, como directivos, no nos deja mirar hacia adelante y tomar decisiones de futuro para nuestra empresa. El precio a pagar será muy alto, pero a menudo tampoco queremos verlo.
Muchos directivos y mandos intermedios están asentados en sus cargos. Durante mucho tiempo, han empleado esfuerzo y dedicación en conseguir dominar y estabilizar su día a día. Sienten que dominan sus funciones y que responden a los requerimientos de sus superiores. ¿Para qué cambiar?
Si ya no tienes ambición, hazlo por los que vienen detrás
Se trata de mejorar las cosas, no de dejarlas cómo te las encontraste
El modelo de organización piramidal y meritocrático está caduco. En tiempos de tanta incertidumbre como los actuales, no podemos exigir a las personas que constantemente y de manera individual tomen decisiones arriesgadas, que pongan en peligro su estabilidad personal. Sencillamente, no es viable. Es antinatural.
Los modelos de organización futuros deben basarse en la asunción de responsabilidades colegiadas y en un trabajo verdaderamente comprometido con el propósito personal y de la organización. Ambos han de coincidir.
Sin embargo, todo lo anterior no evita que existan directivos inmovilistas, que vislumbrando el fin del actual modelo de negocio de su compañía, decidan no hacer nada. Bien porque su compromiso con la empresa no existe, su perspectiva de permanencia es muy a corto plazo o porque su situación personal así se lo aconseja.
Evidentemente, la realidad de cada empresa es diferente, pero la norma general es que estos perfiles deben dejar paso a un directivo con visión estratégica y con enfoque en el aumento continuo del valor para el accionista y para el cliente final. Por aquí empieza la transformación de cualquier compañía.
Re-industrializar España, nos obliga a mirar al futuro
Muchos centros de decisión no se encuentran en España. Durante años, a nuestras fábricas se les ha exigido productividad y eficiencia. O lo que es lo mismo, han llevado puesto unas anteojeras como los burros, para que no se distraigan y solo miren a corto plazo. Esto no es sostenible. No somos dueños de nuestro futuro.
Sin embargo, muchos centros productivos con producción asegurada desde sus matrices, también han gozado de libertad para lanzar sus propias iniciativas y crear una cuenta de resultados complementaria. Muy pocas han usado esta baza para aumentar su volumen de negocio. La mayoría por la razones que comentábamos en el apartado anterior. ¿Qué precio vamos a pagar como empresa y como país?
Pérdida de relevancia e independencia
Si tu cuenta de resultados depende de la producción que te pida tu matriz o grupo, es evidente que estás a merced de su voluntad y tu futuro depende de criterios tan objetivos como el margen y la eficiencia. ¿De verdad piensas que vas poder mantener margen y eficiencia sin crear nuevo valor para tu cliente final o buscar nuevas oportunidad de negocio?
Cuando alguien, lejos de la fábrica y en otro país o continente, tome la fatal decisión de borrarte del mapa o mal venderte, piensa en la responsabilidad que todos como directivos y trabajadores hemos tenido a la hora de no querer hacer uso de la libertad de crear nuestra propia cuenta de resultados.
Cuando suceda eso, pensemos la responsabilidad con las generaciones que nos siguen. Debemos dejarles una economía y un planeta mejor de lo que encontramos. Y que, por cierto, costó mucho sufrimiento y privaciones a nuestros padres y abuelos.
Falta de creación de valor
Controlar los costes es una habilidad, no es un talento. Y la habilidad se perfecciona con la práctica. Mientras más practiques, mejor lo harás. Cualquiera puede ser bueno, si practica. Pero el valor no está ahí.
El valor está en el talento. Y la estupidez está en no utilizarlo. Nuestras fábricas han de convertirse en generación de valor para el mercado. Con el conocimiento que ya se tiene, es viable crear nuevos productos y servicios que generen nuevos ingresos y que nos permitan competir por valor, no por coste. es la mejor manera de asegurar el margen y ser relevante para el que tome decisiones respecto al futuro de nuestra planta.
Gestionar el talento desde la ambición y la responsabilidad, con la mirada centrada en el mercado y la búsqueda de nuevas oportunidades, es la fórmula del éxito para nuestra re-industrialización.
El éxito necesita un planteamiento estratégico
En definitiva, los cambios han venido para quedarse, pero las ventajas de la economía digital tanto para las personas como para las empresas son innegables. No obstante, para que las empresas lleven a cabo una estrategia empresarial exitosa, es necesario plantearse y diseñar una reestructuración del negocio antes de llevar a cabo la implementación de las nuevas tecnologías. Es decir, tan solo el utilizarlas no implicará una transformación. Si quieres comenzar con esta transición y tienes dudas al respecto, contacta con nosotros y cuéntanos. Podemos asesorarte. ¡Te esperamos!
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