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Incertidumbre y riesgo: los 4 pilares de una estrategia

Diseñar una nuevas estrategias pasa por cambiar la manera como trabajas y colaboras con tu equipo. Pequeños cambios en tu dinámica de trabajo pueden provocar un enorme impacto en la obtención de resultados sorprendentes. Y lo más importante, numerosas ventajas a la hora de la implantación de los resultados.

Durante el proceso creativo de una estrategia, se trabaja con dos ingredientes fundamentales: la incertidumbre y el riesgo. La primera se combate con un trabajo colaborativo y compartiendo experiencias vividas por nuestro equipo. Y respecto al riesgo, se combate construyendo objetivos comunes y planes de contingencia contra los resultados adversos.

Las cuatro acciones, que recomendamos a continuación, van dirigidas a cambiar la manera en la que diseñamos las estrategias. Se trata de eliminar el miedo a la incertidumbre y minimizar el riesgo.

Pilares de una estrategia

Plantear la estrategia de modo adaptativo

¿Para qué intentar pensar en un plan a largo plazo si nuestro entorno es cambiante e inestable? Una visión fuerte y ambiciosa es importantísima, pero la estrategia para conseguirla no es única y nadie ha diseñado nunca nada a la primera.

Es mejor ser consciente de nuestra incapacidad de diseñar la mejor estrategia en el primer intento. Funciona mejor concebir el proceso de reflexión estratégica como un itinerario que gira, se bifurca, sube y baja. Por supuesto, teniendo en cuenta los cambios que se producen en nuestro entorno y en función de los escenarios competitivos que nos encontramos.

Trabajar de manera periódica en la comprobación de nuestras hipótesis y en qué medida debemos variar nuestro rumbo es una costumbre, que sin darnos cuenta, nos conducirá a alinear la estrategia con los intereses del negocio y de la organización.

Utiliza la capacidad crítica de tu equipo

Las personas que trabajan a nuestro alrededor desempeñando tareas directivas no son simples subordinados. Son perfiles dotados de mucho talento, criterio propio y gran conocimiento del negocio. Así pues, ¿por qué no incluirlas en nuestro proceso de diseño estratégico? Si sólo los utilizamos como oyentes una vez hemos creado nuestra propia estrategia, solo conseguiremos silencios, desmotivación y sobre todo, resistencia al cambio.

La creación de foros donde se compartan puntos de vista, donde se empatice con el día a día de cada uno, se conozcan las dificultades que cada directivo encuentra para el despliegue estratégico, también los éxitos conseguidos son lecciones que, sin duda van, a enriquecer la estrategia final. Van a permitir que todos se sientan co-participes del resultado obtenido.

Olvídate de grandes ambiciones y ves “partido a partido”

Las estrategias han pasado de ser obras faraónicas y concebidas para durar toda la eternidad, a convertirse en entes efímeros, camaleónicos y maleables. Los grandes planes a largo plazo tienen la misma posibilidad de ser erróneos que las estrategias corto-placistas, pero con la desventaja de hipotecar muchos más recursos y que puedes acabar en un callejón sin salida.

Hoy en día contamos con tecnología suficiente para procesar en tiempo real la ingente cantidad de datos que generan nuestros negocios. Podemos conseguir ser más ágiles a la hora de verificar y rectificar ante los ojos de toda la organización, si la estrategia no está dando los resultados esperados. 

No estamos diciendo que renunciemos a nuestras ambiciones. Son esenciales para motivarnos y trabajar con un objetivo. Queremos remarcar que trabajar en el largo plazo cada vez es menos útil y que seguro que existen otros objetivos igual de ambiciosos, pero enmarcados en un horizonte temporal más cercano. Por ejemplo, en un proceso de transformación digital sería ideal que nuestra compañía pasara de ser una industria tosca y fabril a convertirse en un modelo factoría 4.0. Sin embargo, ese objetivo tan ambicioso y lejano pasa por otros tan importantes y más cercanos (y quizá más difíciles) como el que nuestros empleados sepan utilizar un smartphone, más allá del Whatssup y Facebook.

Trabaja con una mirada amplia y con presupuestos flexibles

Asignar partidas presupuestarias por inercia histórica dentro del desarrollo de un plan estratégico a 3 años es como atarse de manos dentro de un vehículo en marcha y esperar que la carretera sea siempre rectilínea. Evidentemente, eso nunca sucede y es muy posible que como mínimo nos encontremos algún bache, obras o, en el peor de los casos, un precipicio. Es por esa razón, que a los vehículos se les dotó de dirección y frenos y se recomienda muy encarecidamente que no apartemos las manos del volante ni la vista de la carretera. Es lógico pensar pues, que estaría muy bien dotarnos dentro de la implantación de una estrategia de unos buenos frenos y un volante o, lo que es lo mismo, de un presupuesto re-asignable en función de los escenarios competitivos que nos vayamos encontrando.

Evidentemente, siempre existirán partidas presupuestarias que serán claramente asignables y que podrán considerarse fijas, pero para aquellos objetivos que contienen cierto riesgo, es mejor utilizar fondos más flexibles que puedan ser aumentados o disminuidos en función de los resultados obtenidos a lo largo del tiempo.

El éxito necesita un planteamiento estratégico

En definitiva, los cambios han venido para quedarse, pero las ventajas de la economía digital tanto para las personas como para las empresas son innegables. No obstante, para que las empresas lleven a cabo una estrategia empresarial exitosa, es necesario plantearse y diseñar una reestructuración del negocio antes de llevar a cabo la implementación de las nuevas tecnologías. Es decir, tan solo el utilizarlas no implicará una transformación. Si quieres comenzar con esta transición y tienes dudas al respecto, contacta con nosotros y cuéntanos. Podemos asesorarte. ¡Te esperamos!

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