La mejor manera de explicar la importancia de que nuestra empresa cumpla con los criterios ESG es pensar en términos de vacunar nuestro negocio contra los imprevistos externos o los famosos cisnes negros en el peor de lo casos. Las empresas pueden operar de una manera aparentemente lógica y racional y diseñar su estrategia para un horizonte temporal de tres a cinco años. Pero, si no asumen la existencia de un escenario imprevisto, casi con total seguridad, no alcanzarán sus objetivos. Hoy en día, no podemos cocinar la estrategia sin el ingrediente incertidumbre. Y esa incertidumbre se controla con tres parámetros: garantizar que su negocio perdure, que aporta valor social, y que lo hace de una manera sostenible y ambientalmente viable.
Cierto que existen muchos críticos que sostienen que cumplir con los criterios ESG es inviable: el esfuerzo es superior al retorno, no tiene conexión con las métricas financieras o que se gestiona contra lo improbable, entre otras. Pero, la realidad, nos guste o no es muy distinta: el clima está cambiando, las sociedades están, por consiguiente, obligadas a cambiar y, claro está, las empresas son uno de los principales motores de transformación y están obligadas a contribuir. Si no lo hacen, la sociedad las penalizará.
No se van a admitir negocios que destruyan el medioambiente y que no sean socialmente responsables. Cumplir con los criterios ESG es confirmar que nuestra empresa cumple con todo lo anterior y que somos atractivos para nuestros inversores, pues nuestro negocio perdurará en el tiempo y aporta valor.
Existen dos razones por las que nuestra empresa debe trabajar en implantar una política de cumplimiento de los criterios ESG:
Los cisnes negros están aumentando:
Los imprevistos cada vez son más habituales y menos previsibles. Las empresas no pueden permitirse el lujo de esperar y ver qué pasa. Deben trabajar en planes de contingencia y reducción de la incertidumbre frente a eventualidades improbables. Además, cada vez que aparece un cisne negro la sociedad, los reguladores y la propia economía se transforma a una velocidad nunca vista. Las empresas deben hacer frente en poco espacio de tiempo a nuevas demandas de los trabajadores (inflación), nuevas maneras de trabajar (teletrabajo), nuevas cadenas logísticas y relocalización, incremento de materias primas, etc…
A las empresas se les va a exigir que influyan para que los peores augurios no se cumplan. En vez de esperar las consecuencias de sus actos, se les pedirá que se esfuercen en mitigar los efectos negativos de sus procesos productivos y que trabajen a favor del bienestar global.
Ahora mismo, muchas empresas están sintiendo una enorme presión para que cambien. Esta presión en gran medida nace de la misma sociedad, que está exigiendo medidas drásticas de sostenibilidad (en el más amplio sentido del término) y se ha vuelto más urgente a medida que las externalidades se han vuelto más comunes.
Muchas empresas ya lo han conseguido:
Las empresas no se ganarán la confianza de los consumidores, empleados, proveedores y reguladores basándose en acciones anteriores. Atraer reconocimiento social será parecido a poder generar deuda o atraer inversores en forma de capital. No habrá segunda oportunidades para las empresas que no cumplan con el estándar social y no habrá futuro para ningún negocio en condiciones de cambio climático catastrófico.
Ninguna empresa es perfecta. Deben adelantarse a los problemas y eventos futuros creando un propósito y demostrando que benefician a sus clientes y a la sociedad en general. Cada empresa debería tener un propósito implícito: una razón de ser única que responde a la pregunta: «¿Qué perderá el mundo si mi empresa desaparece?» Las empresas que incorporan un propósito en su modelo de negocio, no solo mitigan el riesgo; crean valor a partir de sus valores. Por ejemplo, Patagonia o Natura &Co.
El éxito necesita un planteamiento estratégico
En definitiva, los cambios han venido para quedarse, pero las ventajas de la economía digital tanto para las personas como para las empresas son innegables. No obstante, para que las empresas lleven a cabo una estrategia empresarial exitosa, es necesario plantearse y diseñar una reestructuración del negocio antes de llevar a cabo la implementación de las nuevas tecnologías. Es decir, tan solo el utilizarlas no implicará una transformación. Si quieres comenzar con esta transición y tienes dudas al respecto, contacta con nosotros y cuéntanos. Podemos asesorarte. ¡Te esperamos!
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